martes, 15 de mayo de 2012


Este es el texto completo de la plática impartida por el subcomandante Marcos ante la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos en La Realidad, Chiapas, el 20 de noviembre de 1999, de la cual se publicó en el periodico La Jornada, su bosquejo en las cartas 5.1 y 5.2, en noviembre del mismo año con el título: "Chiapas: la guerra: I. Entre el satélite y el microscopio, la mirada del otro", y "II. La máquina del etnocidio".
¿Cuáles son las características fundamentales de la IV Guerra Mundial? Subcomandante Insurgente Marcos
Chiapas: la guerra 
 Subcomandante Insurgente Marcos

Originalmente, esta plática estaba concebida como una carta, previendo que no fuera posible un encuentro personal. Así que queda como una carta leída en voz alta y frente al destinatario, o más bien frente a uno de los destinatarios, porque va dirigida a la sociedad civil nacional e internacional. Escogí la fecha del aniversario de la Revolución Mexicana, además que por travesura, por razón de traer hasta acá dos imágenes de este siglo: una es el rostro de Emiliano Zapata; la otra es una niña indígena, con la cara parcialmente oculta por un paliacate rojo. Más adelante volveré a hablar de estas dos imágenes. Tengo en mis manos un calendario que se hizo en el Estado español. Para el mes de noviembre tiene precisamente las dos imágenes: la imagen de Zapata y la imagen de la niña. A pesar de que el gobierno mexicano hace lo imposible por negar algo tan evidente, para nosotros no se trata tanto de demostrar que en las tierras indias del sureste mexicano hay una guerra, sino de entender el porqué de la continuación de esta guerra. Esta guerra, que inició el primero de enero de 1994, debió haber terminado cuando se firmaron los primeros Acuerdos de San Andrés y el proceso de diálogo aparecía ya definitivamente encarrilado hacia la paz. Que la guerra continúe, pese a que pudo haber terminado de una forma digna y ejemplar, tiene sus razones.
Entre el satélite y el microscopio 

La reestructuración de la guerra
Según nuestra concepción, hay varias constantes en las llamadas guerras mundiales, sea la Primera Guerra Mundial, la Segunda o las que nosotros llamamos la Tercera y la Cuarta.
Una de estas constantes es la conquista de territorios y su reorganización. Si consultan un mapamundi, van a ver que al término de cualquier guerra mundial hubo cambios, no sólo en la conquista de territorios sino en las formas de organización. Después de la Primera Guerra Mundial hay un nuevo mapamundi, después de la Segunda Guerra Mundial hay otro mapamundi. Al término de lo que nosotros nos atrevemos a llamar la "Tercera Guerra Mundial" y que otros llaman "Guerra Fría", hubo una conquista de territorios y una reorganización. A grandes rasgos, la III guerra mundial se puede ubicar a finales de los años ochenta con el derrumbe del campo socialista de la Unión Soviética y al principio de los años noventa. A partir de entonces se vislumbra lo que llamamos la Cuarta Guerra Mundial. Otra constante en las guerras mundiales es la destrucción del enemigo. Es el caso del nazismo en la Segunda Guerra Mundial y, en la Tercera, de todo lo que se conocía como URSS y el campo socialista como una opción frente al mundo capitalista.
La tercera constante es la administración de la conquista. En el momento en que se logra la conquista de territorios, es necesario administrarlos de manera que aporten ganancias a la fuerza que ganó. Nosotros usamos mucho el término "conquista" porque somos expertos en esto, los Estados que antes se llamaban nacionales siempre han intentado conquistar a los pueblos indios. A pesar de estas constantes, hay una serie de variables que cambian de una guerra mundial a otra: la estrategia, los actores (o sea las partes contendientes), el armamento utilizado y, por ultimo, las tácticas. Aunque éstas vayan cambiando, las constantes se manifiestan y se pueden aplicar para entender una guerra y otra.
La Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría, abarca de 1946 (o, si se quiere, desde la bomba de Hiroshima, en 1945) hasta 1985-1990. Es una gran guerra mundial compuesta de muchas guerras locales. Como en todas las otras, al final hay una conquista de territorios que destruye a un enemigo. Acto seguido, se pasa a la administración de la conquista y se reorganizan los territorios. En esta guerra mundial estaban como actores o contendientes: uno, las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética con los relativos satélites; dos, la mayoría de los países europeos; tres, América Latina, África, partes de Asia y Oceanía. Los países periféricos giraban en torno a EU o a la URSS, según les convenía. Después de las superpotencias y de los periféricos estaban los espectadores y las víctimas, o sea el resto del mundo. No siempre las dos superpotencias se peleaban de frente. A menudo lo hacían por medio de otros países. Mientras las grandes naciones industrializadas se sumaban a uno de los dos bloques, el resto de los países y de la población aparecían como espectadores o como víctimas. Lo que caracterizaba esta guerra era: uno, la carrera armamentista y dos, las guerras locales. Con la guerra nuclear, las dos superpotencias competían para ver cuantas veces podían destruir el mundo. La forma de convencer al enemigo era presentarle una fuerza muy grande. Al mismo tiempo, en todas partes se desarrollaban guerras locales en las que estaban metidas las dos superpotencias.
El resultado fue, como todos sabemos, la derrota y la destrucción de la URSS, y la victoria de EU, alrededor del cual se aglutinan hoy la gran mayoría de los países. Es cuando sobreviene lo que llamamos "Cuarta Guerra Mundial". Aquí surge un problema. El producto de la anterior guerra debía ser un mundo unipolar -una sola nación que domina a un mundo donde no hay rivales- pero resulta que, para hacerse efectivo, este mundo unipolar tiene que llegar a lo que se conoce como "globalización". Hay que concebir al mundo como un gran territorio conquistado con un enemigo destruido. Es necesario administrar este nuevo mundo y por lo tanto globalizarlo. Entonces se acude a la informática que, en el desarrollo de la humanidad, es tan importante como la invención de la maquina de vapor. La informática permite estar simultáneamente en cualquier lado; ya no hay más fronteras, limitaciones temporales o geográficas. Es gracias a la informática que empieza el proceso de globalización. Se erosionan las separaciones, las diferencias, los Estados nacionales y el mundo se convierte en lo que también se llama, con verosimilitud, la aldea global. Todo el mundo como una aldea con muchas casitas.
La concepción teórica que da fundamento a la globalización es lo que nosotros llamamos "neoliberalismo", una nueva religión que va a permitir que el proceso se lleve a cabo. Con esta Cuarta Guerra Mundial, otra vez, se conquistan territorios, se destruyen enemigos y se administra la conquista de estos territorios.
El problema es qué territorios se conquistan y reorganizan y quién es el enemigo. Puesto que el enemigo anterior ha desaparecido, nosotros decimos que ahora el enemigo es la humanidad. La Cuarta Guerra Mundial está destruyendo a la humanidad en la medida en que la globalización es una universalización del mercado, y todo lo humano que se oponga a la lógica del mercado es un enemigo y debe ser destruido. En este sentido todos somos el enemigo a vencer: indígenas, no indígenas, observadores de los derechos humanos, maestros, intelectuales, artistas. Cualquiera que se crea libre y no lo está.
Esta Cuarta Guerra Mundial usa lo que nosotros llamamos "destrucción". Se destruyen los territorios y se despueblan. A la hora que se hace la guerra, se tiene que destruir el territorio, convertirlo en desierto. No por afán destructivo, sino para reconstruir y reordenar. ¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta este mundo unipolar para globalizarse? Los Estados nacionales, las resistencias, las culturas, las formas de relación de cada nación, lo que las hace diferentes. ¿Cómo es posible que la aldea sea global y que todo el mundo sea igual si hay tantas diferencias? Cuando decimos que es necesario destruir los Estados nacionales y desertificarlos no quiere decir acabar con la gente, sino con las formas de ser de la gente. Después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado; he aquí lo que está marcando la globalización.
El primer obstáculo son los Estados nacionales: hay que atacarlos y destruirlos. Hay que destruir todo lo que hace que un Estado sea "nacional": la lengua, la cultura, la economía, su quehacer político y su tejido social. Si no sirven más las lenguas nacionales, hay que destruirlas y hay que promover una nueva lengua. Contra lo que se pueda pensar, ésta no es el inglés, sino la informática. Hay que homologar todas las lenguas, traducirlas al idioma informático, incluso el inglés. Todos los aspectos culturales que hacen que un francés sea francés, un italiano sea italiano, un danés, danés, un mexicano, mexicano, deben ser destruidos porque son barreras que impiden acceder al mercado globalizado.
Ya no es cuestión de hacer un mercado para los franceses y otro para los ingleses o los italianos. Debe haber un solo mercado en donde una misma persona pueda consumir un mismo producto en cualquier parte del mundo y en donde una misma persona se comporte como un ciudadano del mundo y no ya como un ciudadano de un Estado nacional.
Eso significa que la historia cultural, la historia de la tradición choca con este proceso y es un enemigo de la Cuarta Guerra Mundial. Esto es particularmente grave en Europa donde hay naciones con grandes tradiciones. Las lógicas culturales francesas, italianas, inglesas, alemanas, del Estado español, etcétera -todo lo que no pueda ser traducido en términos informáticos y de mercado- son un impedimento para esta globalización.
Ahora las mercancías van a circular por los canales de la informática y todo lo demás debe ser destruido o hecho a un lado. Los Estados nacionales tenían su propia estructura económica y lo que se llamó "burguesía nacional" -capitalistas con sedes nacionales y con ganancias nacionales. Esto ya no puede existir: si la economía se decide a nivel global, las políticas económicas de los Estados nacionales que querían proteger a los capitales nacionales son un enemigo al que hay que vencer. El Tratado de Libre Comercio y la unificación de la moneda en la Unión Europea, el Euro, son síntomas de que la economía se globaliza, aunque en principio se trate de una globalización regional, como en el caso de Europa. Los Estados nacionales construyen sus relaciones políticas, pero ahora las relaciones políticas no sirven más. No las califico de buenas o malas; el problema es que estas relaciones políticas son un impedimento para que se cumplan las leyes del mercado. La clase política nacional es vieja, ya no sirve, tiene que ser cambiada. Traten de hacer memoria; intenten recordar aunque sea el nombre de un solo hombre de Estado en Europa. Sencillamente, no pueden. Los personajes más importantes de la Europa del Euro son gente como el presidente de la Bundes Bank, un banquero. Lo que él dice es lo que va a regir las políticas de los distintos presidentes o primeros ministros que padecen los países de Europa. Si el tejido social está roto, las antiguas relaciones de solidaridad que hacían posible la convivencia en un Estado nacional también se rompen. De ahí que se alienten las campañas contra los homosexuales y las lesbianas, contra los migrantes, o las campañas de xenofobia. Todo lo que antes mantenía un cierto equilibrio tiende a romperse a la hora que esta guerra mundial ataca al Estado nacional y lo transforma en otra cosa.
Se trata de homogeneizar, de volver a todos iguales y de hegemonizar una propuesta de vida. Es la vida global. Su mayor diversión debe ser la informática, su trabajo debe ser la informática, su valor como ser humano debe ser el número de tarjetas de crédito, su capacidad de compra, su capacidad productiva.
El caso de los académicos es muy claro. Ya no vale quién tiene más conocimiento o quién es más sabio; ahora vale quién produce más investigaciones y en este sentido se deciden sus sueldos, sus prestaciones, su lugar en la universidad. Esto tiene mucho que ver con el modelo estadounidense.
Sin embargo sucede que esta Cuarta Guerra Mundial también produce un efecto contrario que llamamos "fragmentación". De manera paradójica el mundo no se está haciendo uno sino que se está partiendo en muchos pedazos. Aunque se supone que el ciudadano se está haciendo igual, emergen los diferentes en tanto que diferentes: los homosexuales y lesbianas, los jóvenes, los migrantes.
Los Estados nacionales funcionan como parte de un gran Estado, el Estado-tierra-sociedad anónima que nos parte en muchos pedazos. Si observan un mapamundi de este periodo -el final de la Tercera Guerra Mundial- y analizan los últimos ocho años, ha habido una recomposición, sobre todo en Europa, pero no sólo. Donde antes había una nación ahora hay muchas naciones, el mapamundi se ha fragmentado. Este es el efecto paradójico que está ocurriendo a causa de esta Cuarta Guerra Mundial. En lugar de que se globalice, el mundo se fragmenta y en lugar de que este mecanismo hegemonice y homogenice, van apareciendo cada vez más los diferentes. La globalización y el neoliberalismo están haciendo del mundo un archipiélago. Y hay que darle una lógica de mercado, organizar estos fragmentos en un común denominador. Es lo que nosotros llamamos "bomba financiera".
Al mismo tiempo que aparecen los diferentes, se multiplican las diferencias. Cada joven tiene su grupo, su forma de pensar, por ejemplo los punks, los skin heads; todos los que hay en cada país. Ahora los diferentes no sólo son diferentes, sino que multiplican sus diferencias y buscan una identidad propia. Evidentemente, la Cuarta Guerra Mundial no les ofrece un espejo que les permita verse con un común denominador, sino que les está ofreciendo un espejo roto. Cada quien escoge el pedacito que le toca y, con éste, su conducta de vida. Mientras tenga el control del archipiélago -sobre los seres humanos, no sobre los territorios- el poder no se va a apenar mucho. El mundo se está partiendo en muchos pedazos, grandes y pequeños. Ya no hay continentes en el sentido de que yo sea europeo, africano o americano. Lo que ofrece la globalización del neoliberalismo es una red construida por el capital financiero o, si se quiere, el poder financiero. Si hay una crisis en este nudo, el resto de la red va a amortiguar los efectos. Pero si hay bonanza en un país, no se produce un efecto de bonanza en el resto de los países. Es entonces una red que no funciona, lo que nos dijeron fue una mentira, una mentira del tamaño del mundo, es un discurso reiterado en los líderes de América Latina, ya sea Ménem, Fujimori, Zedillo u otros dirigentes de comprobada calidad moral.
En la realidad ocurre que la red ha hecho mucho más vulnerables a los Estados nacionales. Los está acabando de destruir, ahora por efectos internos. De nada sirve que un país se esfuerce por construirse un equilibrio y un destino propio en cuanto nación. Todo depende de lo que pase en un banco de Japón o lo que está haciendo la mafia en Rusia o un especulador en Sydney. De una u otra forma, los Estados nacionales no son salvados, son condenados definitivamente. Cuando un Estado nacional acepta integrarse a esta red -porque no hay más remedio, porque lo obligan o por convicción- firma su acta de defunción.
En suma, lo que quiere hacer este gran mercado es convertir todas estas islas no en naciones, sino en centros comerciales. Se puede pasar de un país a otro y encontrar los mismos productos, ya no hay ninguna diferencia. En París o en San Cristóbal de Las Casas se puede consumir lo mismo; si uno está en San Cristóbal de Las Casas puede estar simultáneamente en París recibiendo noticias. Es el fin de los Estados nacionales. Y no sólo: es el fin de los seres humanos que los conforman. Lo que importa es la ley del mercado y la ley del mercado marca que: tanto produces, tanto vales, tanto compras, tanto vales. La dignidad, la resistencia, la solidaridad estorban. Todo lo que impide que un ser humano se convierta en una maquina de producir y comprar es un enemigo y hay que destruirlo. Por esto, nosotros decimos que esta Cuarta Guerra Mundial tiene como enemigo al género humano. No lo destruye físicamente pero sí lo destruye en cuanto ser humano.
De manera paradójica, al destruirse los Estados nacionales, la dignidad, la resistencia y la solidaridad se construyen de nuevo. No hay lazos más fuertes, más sólidos, que los que existen entre los grupos diferentes: entre los homosexuales, entre las lesbianas, entre los jóvenes, entre los migrantes. Entonces, esta guerra pasa también por el ataque a los diferentes. A eso se deben las campañas tan fuertes en Europa y en Estados Unidos en contra de los diferentes, porque son morenos, hablan otra lengua o tienen otra cultura. La forma de cultivar la xenofobia en lo que queda de los Estados nacionales, es hacer amenazas: "estos migrantes turcos te quieren quitar tu trabajo", "estos migrantes mexicanos vienen a violar, vienen a robar, vienen a meter malas costumbres". Los Estados nacionales -o lo poco que de ellos queda- delegan en los nuevos ciudadanos del mundo, los informáticos, el papel de sacar a esos migrantes. Y es ahí donde proliferan grupos como el Ku Klux Klan, o llegan al poder personas de tanta probidad como Berlusconi. Todos construyen su campaña sobre la xenofobia. El odio hacia los diferentes, la persecución en contra de cualquiera que sea diferente es mundial; pero también la resistencia de cualquiera que es diferente es mundial. Frente a esa agresión, estas diferencias se multiplican, se solidifican. Esto es así, no voy a calificar si es bueno o malo, así está ocurriendo.
La guerra no es sólo militar
En términos propiamente militares la Tercera Guerra Mundial tenía su lógica. Era en primer lugar una guerra convencional, concebida de manera que si yo pongo soldados y tú pones soldados, nos enfrentamos y quien quede vivo gana. Esto acontecía en un territorio específico que, en el caso de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, y del Pacto de Varsovia, era Europa. A partir de la guerra convencional, o sea entre ejércitos, se estableció una carrera militar y armamentista.
Vamos a ver un poco más los detalles. Ésta [enseña un rifle], por ejemplo, es una arma semi automática y se llama AR-15. La fabricaron para el conflicto de Vietnam y se puede desarmar muy fácilmente [la desarma], ya está. Cuando la hicieron, los estadunidenses pensaban en un escenario de guerra convencional, es decir, grandes contingentes militares que se enfrentan. "Juntamos a muchos soldados, los aventamos y al final alguien tiene que quedar." Al mismo tiempo, el Pacto de Varsovia desarrollaba el fusil automático Kalashnikov que comúnmente se llama AK-47, un arma con mucho volumen de fuego a distancias cortas, de hasta cuatrocientos metros. La concepción soviética implicaba grandes oleadas de tropa: aventaban un montón de soldados disparando, y si morían, llegaba una segunda oleada y una tercera. Ganaba el que tenia más soldados. Entonces, los estadunidenses pensaron: "ya no sirve más el viejo fusil Garand de la Segunda Guerra Mundial. Ahora necesitamos una arma que tenga mucho volumen de fuego para rangos cortos". Sacaron el AR-15 y lo probaron en Vietnam. El problema es que se descompuso, no sirvió. Cuando atacaban los vietcong, el mecanismo se quedaba abierto y a la hora de disparar hacia ’clic’. Y no era una cámara fotográfica, era un arma.
Intentaron resolver el problema con el modelo M16-A1. Aquí, la trampa está en la bala que se llama de dos diferentes maneras. Una, la civil de .223 -fracción de pulgadas- se puede comprar en cualquier tienda de Estados Unidos. La otra, de 5.56 milímetros, es de uso exclusivo de las fuerzas de la OTAN. Esta es una bala muy rápida y tiene una trampa. En la guerra el objetivo es conseguir que el enemigo tenga bajas, no muertos, y un ejército considera que tiene bajas cuando un soldado ya no puede combatir. La Convención de Ginebra -un acuerdo para humanizar la guerra- prohíbe las balas expansivas porque la bala expansiva entra y a la hora de entrar destruye más y es mucho más letal que una bala de punta dura.
"Puesto que la idea es subir el número de heridos y bajar el número de muertos" -dijeron- "prohibamos las balas expansivas". Un balazo de una bala dura te deja inutilizado, ya estás de baja, no te mata a menos que alcance un punto vital. Para cumplir con la Convención de Ginebra y hacer trampa, los estadunidenses crearon la bala de punta blanda que, al introducirse en el cuerpo humano, se dobla y da vueltas. El orificio de entrada es de un tamaño y el de salida es mucho más grande. Esta bala es peor que la expansiva y no viola los convenios. Sin embargo, si te da en un brazo…te lo vuela. Una bala 7.62 mm. te atraviesa y te deja herido; pero ésta (muestra la .223) te destroza. Como por casualidad, el gobierno mexicano acaba de comprar 16 mil de estas balas.
Es decir, se generaron armas para escenarios precisos. Vamos a suponer que no querían usar la bomba nuclear; ¿qué usaban? Muchos soldados contra muchos soldados. Y así se crearon las doctrinas de guerra convencional de la OTAN y del Pacto de Varsovia.
La segunda opción era una guerra nuclear localizada, una guerra con armas nucleares, pero sólo en algunas partes y no en otras. Había un acuerdo entre las dos superpotencias para no atacarse en sus propios territorios y pelearse sólo en un territorio neutral. Sobra decir que este territorio era Europa. Ahí es donde iban a caer las bombas y a ver quién quedaba vivo en Europa
Occidental y lo que entonces se llamaba Europa Oriental.
La última opción de la Tercera Guerra Mundial era la guerra nuclear total que fue un gran negocio, el negocio del siglo. La lógica de la guerra nuclear es que no había ganador, no importa quién disparaba primero; por muy rápido que disparara, el otro alcanzaba a disparar también. La destrucción era mutua y, desde el principio, simplemente se renunció a esta opción. Su carácter pasó a ser lo que en términos de diplomacia militar se llama "disuasión". "Disuasión": esta palabra la van a oír mucho: "el ejército federal no está atacando a los zapatistas, los está ’disuadiendo’ o ’conteniendo’; para que ya no vayan a hacer travesuras, hay 60 mil soldados federales en Chiapas".
Para que los soviéticos no usaran el arma nuclear, los estadunidenses desarrollaron muchas armas nucleares y para que éstos no usaran el arma nuclear, los soviéticos desarrollaron más armas nucleares y así sucesivamente. Se llamaban IMB (Intercontinental Missil Balistic) y eran los cohetes que iban de Rusia a los Estados Unidos y de Estados Unidos a Rusia. Costaron una fortuna y ahorita ya no sirven para nada. También había otras armas nucleares de uso local que eran las que se iban a usar en Europa en el caso de una guerra nuclear localizada.
Cuando comenzó esta fase, a partir de 1945, había una guerra por librar porque Europa estaba partida en dos. La estrategia militar -estamos hablando de aspectos puramente militares- era la siguiente: unos puestos avanzados frente a la línea enemiga, una línea de logística permanente y la metrópoli, llámese Estados Unidos o la Unión Soviética. La línea de logística abastecía los puestos avanzados. Grandes aviones que estaban en el aire las 24 horas del día, los B-52 Fortaleza, cargaban las bombas nucleares y nunca necesitaban bajar. Y estaban los pactos militares. El pacto de la OTAN, el Pacto de Varsovia y la SEATO (South East Asia Treaty Organization), que es como la OTAN de los países sudasiáticos. El modelo se ponía en juego en guerras locales. Todo tenía una lógica y era lógico pelearse en Vietnam que era un escenario acordado. En el papel de los puestos de avanzada estaban los ejércitos locales o insurgentes; en el papel de la logística permanente estaban las líneas de venta de armamento clandestino o legal, y en el papel de la metrópoli, las dos superpotencias. También había un acuerdo sobre los lugares en donde tenían que quedarse como espectadores. Los ejemplos más claros de estas guerras locales son las dictaduras de América Latina, los conflictos en Asia, particularmente Vietnam, y las guerras en África. Aparentemente, éstas no tenían absolutamente ninguna lógica, pues la mayoría de las veces no se entendía que estaba pasando, pero lo que ocurría era parte de este esquema de guerra convencional.
En esta época -y eso es importante- es cuando se desarrolla el concepto de "guerra total": en la doctrina militar entran elementos que ya no son militares. Por ejemplo, en Vietnam, desde la ofensiva del Teth (1968) hasta la toma de Saigón (1975), los medios de comunicación se vuelven un frente de batalla muy importante. Así, se desarrolla entre los militares la idea de que no basta con el poder militar: Es necesario incorporar otros elementos como los medios de comunicación. Y que también se puede atacar al enemigo con medidas económicas, con medidas políticas y con la diplomacia, que es el juego de las Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales. Unos países hacían maniobras para obtener condenas o censuras contra otros, lo que se llamaba "guerra diplomática".
Todas estas guerras seguían la lógica del dominó. Suena ridículo, pero estaban como dos rivales jugando dominó con el resto de la población. Uno de los contrincantes ponía una ficha y el otro intentaba poner la suya para cortarle el seguimiento. Es la lógica de aquel personaje ilustre que se llama Kissinger, secretario de Estado del gobierno estadunidense en la época de Vietnam, quien decía: "no podemos abandonar Vietnam porque sería cederle la partida de dominó en el Sureste asiático a los otros". Y por eso hicieron lo que hicieron en Vietnam.
Además, se trataba de recuperar la lógica de la Segunda Guerra Mundial. Para la mayoría de la población, ésta había tenido una lógica heroica. Ahí está la imagen de los marines liberando Francia de la dictadura, liberando Italia del Duce, liberando Alemania de los nazis, el ejército rojo entrando por todos lados. Supuestamente, la Segunda Guerra se hizo para eliminar un peligro para toda la humanidad, el nacionalsocialismo. Entonces, de una u otra forma, las guerras locales trataron de recuperar la ideología de que "estamos en la defensa del mundo libre"; pero ahora en el papel del nacionalsocialismo estaba Moscú. Y, por su parte, Moscú hacía lo mismo: ambas superpotencias trataban de usar como argumento la "democracia" y "el mundo libre" según cada quien los concebía.
Después, viene la Cuarta Guerra M
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domingo, 15 de abril de 2012

Sobre filosofía, liberación e identidad

Paola Fernanda Rodríguez Casasola

Investigación Documental II

Lic. En Educación musical

Maestra: Margarita Muñoz Rubio

Sobre filosofía, liberación e identidad

Reflexión entorno a las ideas de Leopoldo Zea y Guillermo Bonfil

Leopoldo Zea, en los primeros capítulos de Dependencia y liberación trata como tema central la historia y el contexto en el que se ha generado la filosofía latinoamericana.

Como una de las ideas más importantes encontramos que considera que a pesar de que exista una emancipación política en América Latina, en realidad no estamos del todo liberados, ya que aún se tiene una dependencia a nivel mental o cultural. ¿De qué manera? Al ser países colonizados, la población primigenia del lugar sufrió la imposición de una nueva cultura radicalmente distinta a la suya; cabe mencionar que ésta imposición fue violenta. Entonces, los pobladores del lugar necesariamente tuvieron que adoptar la nueva cultura, la cultura del grupo dominante, convirtiéndose ellos ahora en los dominados, sin opción de elegir. Este hecho trajo consigo el sincretismo, pero a pesar de eso se generó una gran pérdida de identidad.

El “nuevo hombre”, perteneciente a esta naciente sociedad, como lo que podemos observar si nos fijamos un poco en el periodo de la independencia de México (1810-1821) será un hombre que adopta la cultura europea, pero sin cuestionarla; tratará de asimilarla, sin ser él mismo europeo, y renegará de su pasado. Este hecho trae consigo, un vacío, ya que no se es europeo, y tampoco se pertenece a un grupo con cultura determinada, como los pueblos originarios. Se pretende ser algo que no es, negando el pasado, y aproximándose al futuro incierto.

Este hecho en filosofía ha generado que se viva entre dos abstracciones: la del pasado que no consideramos nuestro, y la del pasado que nos es extraño. Zea menciona que aunque han existido emancipadores mentales, que han adoptado el carácter crítico necesario, en realidad en muchas ocasiones no se ha logrado dicha emancipación porque se importan modelos que han servido a otras sociedades, en otros contextos distintos a los que se tienen en Latinoamérica. Entonces, se tendría que retomar sólo el carácter crítico para generar una nueva propuesta que responda a las necesidades de un grupo determinado tomando en cuenta todos los factores necesarios; ya que de lo contrario de nuevo se estaría adoptando algo ajeno a nosotros, tomando como modelo a otra cultura, queriendo parecernos a quienes han dominado y colonizado por mucho tiempo.

La adopción de la cultura europea, como “la cultura” es una de las características que comparten los países latinoamericanos, que a pesar de ser libres políticamente, en realidad siguen estando subordinados a Europa, sólo que ahora de manera mental.

Una forma de generar esta emancipación mental es construyendo una nueva identidad cultural, proceso sumamente complejo. Guillermo Bonfil, en Identidad nacional y patrimonio cultural: los conflictos ocultos y las convergencias posibles expone que en las definiciones de etnia, pueblo o nación, la cultura común se entiende como atributo necesario. El problema entonces es: ¿cómo definir a esta cultura común? Bonfil introduce la noción de matriz cultural, entendida como el sistema básico que ordena la percepción y la relación con el mundo, y que junto con las tradiciones, bienes materiales, territorio preciso, forma de gobierno, lengua, etc. conforma el patrimonio cultural de un grupo. Entonces la identidad sería la expresión social e ideológica de la pertenencia a un grupo, y a través de su reconocimiento se tendría acceso al patrimonio cultural que el grupo considera propio y exclusivo[1]

La problemática, tomando en cuenta lo que plantea Bonfil es que en varias ocasiones, la identidad es plural: no se tiene la misma en un grupo determinado, y menos en sociedades como las que conforman a América latina; la conformación de los Estados Nación no canceló las contradicciones que presentaban las sociedades coloniales. Nos encontramos entonces frente al choque de culturas, como mencionábamos cuando se hablaba de la independencia de México. Tan sólo en el territorio mexicano, recordemos que como Mesoamerica, tenemos un pasado completamente diverso, pasado en el que coexistían grupos sociales con identidades diferentes. Sumado a esto, encontramos la conformación de la sociedad colonial, en la que se trata de adoptar la cultura europea, más la que va surgiendo de la castas.

Por ello encontramos identidades en conflicto, ya que los Estados, para su mejor funcionamiento tratarán de generar una identidad general, homogénea, en la que las diferencias no pueden estar incluidas. En la búsqueda de esta nueva identidad, de lo oficial, lo legítimo, quedarán excluidos grandes sectores de la sociedad, de nuevo viviendo una situación de dependencia con respecto ahora a los Estados-nación. Es entonces que surge la “cultura nacional”, cultura que se ha impuesto a la población; modelo de cultura dominante que no considera las diferencias y legitima al Estado. Entonces, el asumir esta “identidad nacional” trae consigo necesariamente la renuncia a alguna identidad previa, como lo menciona Zea, trae el “vacío de lo que queremos ser, porque es la negación de lo que somos. dejamos de ser, nos nihilizamos para ser algo que no somos.”[2]

Creo que la pretensión de generar una identidad nacional como se ha tratado, sólo ha traído una mayor exclusión de los grupos sociales que no comparten características de esta identidad, grupos que aún existen y conservan su cultura pero que se ven obligados a negarla y olvidarla para poder insertarse en la sociedad del Estado, sociedad en la que supuestamente pueden tener acceso a un nivel de vida y condiciones “mejores”. Entonces me pregunto, ¿mejores con respecto a qué? ¿por mejor se puede entender al capitalismo, o al individualismo? Y después de insertarse, y adoptar esta cultura impuesta, en realidad ¿qué son?, ya han negado su pasado, pero, ¿realmente se identifican con esta nueva identidad?

Uno de los problemas que podemos observar a lo largo de la historia de la humanidad es que siempre hay una historia oficial, un sistema de creencias legítimo que es el que controla a las sociedades, y excluye a todo lo que pueda poner en juego el orden establecido, rechaza lo diferente sólo por serlo. Que siempre en la historia se encuentre esta situación, no quiere decir que deba de ser así. Yo creo en una sociedad incluyente, o como dice Bonfil, sería importante que “se afirmen las identidades plurales contenidas en las sociedades nacionales, con una exigencia mayor de control sobre su propio patrimonio cultural”[3]

Esta idea de crear una cultura diferente, con conocimiento y aceptación de la pluralidad, se relaciona con la propuesta que hace Zea con respecto a la búsqueda de una filosofía de la liberación en Latinoamérica , donde de igual manera, se trata de aceptar a la otredad cancelando la desigualdad, y desterrando el papel de colonizador-colonizado convirtiendo a todos sólo en hombres con iguales derechos.

La filosofía de la liberación, creo que es una gran propuesta, si aceptamos la liberación humano mundial, y no sólo la liberación de un grupo. Ya que de lo contrario se volvería a caer en el papel de dominante-dominado. Con respecto a esta situación de dominantes y dominados encontramos no sólo a sociedades latinoamericanas, sino también a culturas del medio oriente, de África y de distintos lugares en el mundo, y no sólo ahora, sino a lo largo de la historia. Entonces si pudiéramos encontrar la forma de cancelar estas situaciones, creo que se lograría algo completamente benéfico para la humanidad. La pregunta entonces es ¿cómo? Zea responde que una manera sería teniendo a una sociedad auténtica y creadora, consciente su opresión, que busca la manera de ser libre. Buscando una forma distinta, no la que hemos aprendido, encontrando una nueva forma de libertad, en la que “todo pueblo debe ser libre, y por serlo, capaz de reconocer la libertad de los otros por distintos o semejantes que estos parezcan”[4].

Considero que como idea, lo propuesto por Zea es hermoso, pero nos encontramos ante el problema que tienen muchas teorías: el paso de la teoría a la práctica. Por que creo, como decía Marx que no es suficiente que la filosofía trate de interpretar al mundo, sino hay que trasformarlo. La interrogante entones es ¿cómo trasformarlo?, en este caso concreto ¿cómo lograr la liberación?

Considero que Zea está en un plano de lo abstracto, de las ideas que son difíciles de aplicar ya en lo concreto de la vida. Y desafortunadamente tan sólo en nuestro país, lograr la liberación parece una tarea casi imposible, debido a diversos factores. Uno de ellos: el capitalismo. Sistema de producción dominante a nivel mundial, que ha traído consigo que se deshumanice a la humanidad; es decir, que se objetivice al sujeto. El considerar a los humanos como objetos que pueden ser reemplazados, trae consigo la pérdida de identidad y de valor de lo humano; situación que a mi parecer nos deja en un estado de individualidad, indiferencia, y desvalorización de lo que a mi parecer resulta lo más importante: la vida humana.

Otro factor (que se encuentra ligado al capitalismo) es la forma de gobierno. Un gobierno que teóricamente representa a las mayorías, al considerarse como democrático, pero que en realidad solo responde a los intereses de unos cuantos, justamente de la clase dominante, dejando de lado las necesidades del resto de la población. Y desafortunadamente pareciera que estamos en un momento en el que lo más importante es la acumulación de capital, situación que permea todos los ámbitos en los que se desarrolla el hombre.

Pero, ¿hasta donde esta necesidad es real? Creo que más bien es algo impuesto por la cultura imperante, que hemos aprendido y asimilado como nuestro, pero que no necesariamente es inmanente a nosotros .

A veces he pensado, que al estar en este estado de absoluta indiferencia, individualismo y objetivación de los sujetos, nos acercamos al Estado de naturaleza hobbesiano, en el que:

“[…] dos hombres que desean la misma cosa y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin […] tratan de aniquilarse sojuzgarse uno a otro.” [5]

Situación que me parece un tanto terrible, ya que entonces ¿dónde queda la humanidad? ¿la ética?

Retomando el tema de la Filosofía de la liberación, y en específico a uno de sus exponentes, Enrique Dussel, cabe mencionar que estoy de acuerdo con lo que él plantea en su Ética de la liberación como una ética que debe en primera instancia respetar y preservar la vida. Por ello, cualquier acción que atente contra la vida humana, podría considerarse como en contra de la ética, y en el caso del capitalismo y los sistemas de gobierno actuales podemos encontrar este hecho.

En conclusión: tenemos por un lado a Leopoldo Zea que busca la liberación de Latinoamérica y del mundo a partir de una emancipación mental, emancipación que se conecta con las ideas planteadas por Guillermo Bonfil al afirmar que se debe generar una cultura incluyente, plural. El reto entonces es lograr esta liberación y esta nueva cultura incluyente. ¿Cómo lograrlo teniendo en cuenta factores como los mencionados? Considero que esta es la pregunta que deberíamos hacernos, y creo que primero se tendría que romper con todas estas ideas que la cultura dominante ha sembrado en nosotros, ideas que en momentos ni siquiera cuestionamos y asumimos como verdaderas sólo por el hecho de que así ha sido, sólo por el hecho de la costumbre, o porque es lo que todos afirman y defienden; yo me opongo, yo estoy de acuerdo con las ideas que afirman que la filosofía tiene que hacer conscientes a los sujetos de su enajenación, de su condición de explotados, de dominados; yo estoy de acuerdo con que la filosofía debe de servir para transformar la realidad, para cancelar en nuestras sociedades el subdesarrollo, la dominación, la pobreza, la dependencia, debe servir para darle dignidad a todos los hombres y mujeres, debe servir para construir una realidad más justa, en la que la igualdad y los demás derechos humanos se realicen en la vida de los sujetos y no sólo estén escritos en una Constitución, o en la Declaración de los Derechos Humanos; la filosofía debe de servir para darnos libertad.



[1] Cfr. Bonfil Guillermo, Identidad nacional y patrimonio cultural: los conflictos ocultos y las convergencias posibles, Obras escogida de Guillermo Bonfil, Tomo 4, Instituto Nacional Indigenista, México 1995. pp 398-399

[2] Zea Leopoldo, Dependencia y liberación, Bolea de México S.A. México. pp35

[3] Ibid. Bonfil pp.407

[4] Ibid. Zea, pp46

[5] En: Hobbes, Leviatán, cap. 13, p. 101

miércoles, 28 de marzo de 2012

Vientos del pueblo

    VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN

    Vientos del pueblo me llevan,
    vientos del pueblo me arrastran,
    me esparcen el corazón
    y me aventan la garganta.

    Los bueyes doblan la frente,
    impotentemente mansa,
    delante de los castigos:
    los leones la levantan
    y al mismo tiempo castigan
    con su clamorosa zarpa.

    No soy de un pueblo de bueyes,
    que soy de un pueblo que embargan
    yacimientos de leones,
    desfiladeros de águilas
    y cordilleras de toros
    con el orgullo en el asta.
    Nunca medraron los bueyes
    en los páramos de España.
    ¿Quién habló de echar un yugo
    sobre el cuello de esta raza?
    ¿Quién ha puesto al huracán
    jamás ni yugos ni trabas,
    ni quién al rayo detuvo
    prisionero en una jaula?

    Asturianos de braveza,
    vascos de piedra blindada,
    valencianos de alegría
    y castellanos de alma,
    labrados como la tierra
    y airosos como las alas;
    andaluces de relámpagos,
    nacidos entre guitarras
    y forjados en los yunques
    torrenciales de las lágrimas;
    extremeños de centeno,
    gallegos de lluvia y calma,
    catalanes de firmeza,
    aragoneses de casta,
    murcianos de dinamita
    frutalmente propagada,
    leoneses, navarros, dueños
    del hambre, el sudor y el hacha,
    reyes de la minería,
    señores de la labranza,
    hombres que entre las raíces,
    como raíces gallardas,
    vais de la vida a la muerte,
    vais de la nada a la nada:
    yugos os quieren poner
    gentes de la hierba mala,
    yugos que habéis de dejar
    rotos sobre sus espaldas.
    Crepúsculo de los bueyes
    está despuntando el alba.

    Los bueyes mueren vestidos
    de humildad y olor de cuadra:
    las águilas, los leones
    y los toros de arrogancia,
    y detrás de ellos, el cielo
    ni se enturbia ni se acaba.
    La agonía de los bueyes
    tiene pequeña la cara,
    la del animal varón
    toda la creación agranda.

    Si me muero, que me muera
    con la cabeza muy alta.
    Muerto y veinte veces muerto,
    la boca contra la grama,
    tendré apretados los dientes
    y decidida la barba.

    Cantando espero a la muerte,
    que hay ruiseñores que cantan
    encima de los fusiles
    y en medio de las batallas.


Miguel Hernández

El albatros

Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
el barco, que navega sobre abismos y azares.

Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.

¡Que débil y que inútil ahora el viajero alado!
El, antes tan hermoso, ¡que grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.

El poeta es igual ... Allá arriba, en la altura,
¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!

Charles Baudelaire.